“What is holding you back?”, me preguntó un miembro de la Royal Australian Navy en Sydney a finales del 2019 antes de que llegara la pandemia, y no tenía ni un año de conocerme. Obviamente, junto con esas palabras me dio un contexto que justificaba lo que decía, pero yo estaba perdida, no sabía exactamente a qué se refería.
Años después, otra persona me dijo lo mismo, también en Australia, pero de esa ocasión no recuerdo mucho.
Sin embargo, esas palabras no se me olvidaban, puesto que quien me lo dijo era un gran lider y un hombre de Dios, pero como casi todos sabemos, a veces no estamos listos para escuchar cosas y es precisamente por eso que no las entendemos.
Finalmente, una noche de junio cuando ya había apagado la luz y me había metido en la cama llegó la revelación a mí, un remolino de ideas y pensamientos que se atropellaban los unos a los otros llegó como respuesta a esa incógnita que ni siquiera yo misma me había hecho.
“El miedo es la pared. El miedo es lo que is holding you back, lo que te tiene atada”
Para mí fue muy sorprendente escuchar esta respuesta, pues, me recordaba a mí misma siempre enfrentando todo lo que se me presentará, quisiera o no, y sobre todo después de todo lo que había vivido desde niña en el Colegio. Yo estaba convencida que vivía sin miedo, bueno, le tengo miedo a las alturas, a los animales salvajes, etc. pero creo que pueden imaginar a los temores que me refiero.
Vivía en una ilusión, en un engaño. Creía que no tenía miedo, cuando en realidad sí lo tenía; y así es como funciona. Me puse muchas metas que, gracias a Dios, ya he cumplido, pero eran metas con límites save, tranquilos y cómodos. Llegaba hasta un lugar seguro, un objetivo en el cual triunfaría, pero en el que no haría ninguna diferencia porque ya después perdía la motivación para seguir, hacerlo mejor y soñar más grande. Estaba en un lugar seguro, cómodo, mi zona de confort, como le llaman hoy en día. Al no apuntar más alto o más lejos, creía que me protegería de la decepción y del fracaso, y sí era cierto, pero también “me protegería” de los triunfos, de mis sueños reales y de mi propósito.
Quien no sueña, quien no se reta, quien no es capaz de reconocer sus propios sueños, por muy grandes y miedosos que sean, es muy seguro que estará a salvo de frustraciones, pero está claro que también se está negando a vivir con emoción y pasión por la vida.
He aquí el verdadero peligro de la Zona de Confort, a veces no nos damos cuenta de que estamos en ella; y “quien no ve, es como el que no siente” o como siempre me gusta decir “si estoy enfermo y no lo se ni lo reconozco, nunca voy a tratar la enfermedad, por lo tanto va a estar complejo que me curé”. Pero hacer estos descubrimientos nos dan esperanza, es como conquistar territorios que al final nos llevarán a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos como dice Marián Rojas Estape. Es lo que nos ayudará a reconocer nuestra identidad y a acercarnos a nuestro propósito.
Cuidémonos del engaño que representa estar en esa zona cómoda, donde los límites que pusimos nos están previniendo de alcanzar nuestro destino, porque, como ven, muchas veces no nos damos cuenta de donde estamos y si nos seguimos dejando llevar por los afanes de la vida, quizás no nos demos cuenta nunca.
Hoy yo aclaro mi visión y decido creer que Sí creo, que Sí soy capaz y que me atreveré a soñar y a creer en grande. Hoy, yo ensancho mi tienda; y si alguno de ustedes considera que esta en esa misma zona, lo invito a hacer lo mismo.


